miércoles, 17 de junio de 2015

SOY LÁZARO

En Alcázar de San Juan a 13 de mayo de 2015

Estimada familia:
Yo era un chico normal, con una familia, una casa, comida... como la mayoría de las personas.
No me gustaba mucho donde vivía ya que era un lugar donde continuamente había peleas, secuestros... pero era lo que había.
Mi padre solía ir a un bar cercano a nuestra casa, del que solía venir borracho a altas horas de la madrugada. Mi padre era muy vago, se encontraba en paro, y no hacía ninguna tarea doméstica, a las que yo ayudaba a mi madre, puesto que ella trabajaba. Él se pasaba gran parte del día gastándose el dinero en las máquinas tragaperras. Mi madre le repetía continuamente que fuese a buscar trabajo, pero él no hacía caso ya que no quería trabajar. Mi madre le encontró un trabajo, de camarero, pero él no quería y no fue. Mi madre era la que hacía la mayoría de las tareas domesticas, pero yo la veía muy cansada, así que le ayudaba. Ella trabajaba en una oficina.
Un día, eran las diez de la noche, hora a la que solía llegar mi madre de trabajar, pero no aparecía. La esperamos impacientes pero no volvía, así que salimos a buscarla. Al llegar al lugar donde ella trabajaba, sus compañeras decían que había salido hacía aproximadamente una hora y media, y desde el trabajo a mi casa se tardaba media hora. Entonces fuimos a la policía que investigó que podía haber pasado. Desde aquel momento no he vuelto a saber nada de ella, aunque en muchos momentos de mi historia, me he acordado mucho de ella.
Mi padre no tenía trabajo y al no tener el sueldo de mi madre, mi padre fue en busca del trabajo que había rechazado anteriormente, pero ya habían contratado a otro y no le querían. Fue de las pocas veces que vi a mi padre interesado en encontrar trabajo, pero nadie quería contratarlo porque no tenía estudios. Vivíamos con el dinero que tenían guardado en el banco, pero sabíamos que tarde o temprano se gastaría. Además mi padre gastaba una gran cantidad de dinero en las máquinas tragaperras, y cuando le advertí que estaba perdiendo el dinero, me contestó que era él el que mandaba. Pasaron meses y nos manteníamos con ese dinero, empecé a sospechar cómo podíamos mantener el dinero. Hasta que un día llegó la policía a casa y se llevaron a mi padre, que supuestamente había estado robando en lugares como supermercados, tiendas de ropa...
Me quedé sólo y decidí hacer lo que mi padre había estado haciendo durante este tiempo, robar. Al cabo de un tiempo me embargaron la casa por las deudas, y me quedé en la calle. Busqué un lugar donde poder estar, y lo encontré no muy lejos de mi casa. Era un portal de unos pisos abandonados, y en él me quedé. Miré por los pisos abandonados para ver si había algo que podía utilizar, y encontré un sofá en mal estado, pero me lo quedé. También cogí una manta. Fui en busca de comida pero era difícil encontrar comida en buen estado, así que decidí salir a robar a los supermercados.
Me puse una bata negra, larga y entré en el supermercado. Me escondí una botella de agua, que iría a rellenar a la fuente diariamente, y unas cuantas latas de conservas. Al ver que me salió bien, supe que eso lo tenía que volver a repetir. Unos días más tarde, volví pero al entrar un hombre me siguió de cerca, había sospechado algo. Cuando pensaba que me había perdido de vista, intenté esconderme un paquete de galletas, pero se dieron cuenta y vinieron a por mi, pero salí corriendo. De esta manera no podría volver a conseguir comida en aquel supermercado, ya que se habían quedado conmigo.
Me puse a pedir por la calle haber si conseguía algo de dinero para comprarme ropa y comida, pero no conseguía suficiente así que decidí preguntar a unos vagabundos qué hacían ellos para conseguir dinero o en qué sitios iban a robar. Me dijeron que no me lo dirían, ya que allí iban ellos y no querían que yo fuese, pero conseguí llegar a un acuerdo con ellos, me dirían dónde iban ellos y yo repartiría con ellos una parte de lo que consiguiese. Y aceptaron.
Poco a poco me fui haciendo amigos de aquellos tres vagabundos, Luis, José e Ignacio, y fui donde tenían ellos su lugar para dormir, y yo compartiría mi sofá y ellos sus colchones.
Un día dijeron de ir a robar algo entre todos, una joyería. Yo a lo primero me negué, pero al final me convencieron. Hicimos unos planos de la joyería y un sábado por la noche, entramos en la joyería. Planeamos cada detalle, y conseguimos desactivar la alarma, pero al parecer un vecino nos vio entrar y llamó a la policía. La policía nos sorprendió dentro pero conseguimos salir y escapamos por la puerta trasera de la joyería. Nos escondimos durante tres días en el portal abandonado en el que había estado yo. Cuando pensamos que la policía había parado nuestra búsqueda, decidimos salir y volver donde estábamos.
Compramos comida y ropa para cada uno. Compramos una casa pequeña y abrimos un pequeño quiosco cerca. Fue una decisión acertada, ya que ganamos mucho dinero y pudimos tener una vida mejor. Ellos tres fueron una familia para mí y les debo mucho.
Esta carta la escribo para agradecer sobre todo a mi madre y a los tres amigos que pasaron aquellos momentos difíciles junto a mí, y que me trataron muy bien.
Ahora soy un empresario, y me gustaría encontrar a mis tres amigos para poder ofrecerles un trabajo, ya que me han llegado noticias no muy buenas sobre ellos...

 Atentamente
 
David García Díaz Flores